COMO CAMBIAN LOS TIEMPOS

Talavera de la Reina, Toledo-España.

¡Hay que joderse!, cómo cambian los tiempos, -decía mi padre- cuando hacía años que habíamos dejado las incomodidades del pueblo para instalarnos en el precario confort de un barrio de la capital.

Habíamos dejado para siempre aquella vida de permanente lucha con una tierra hostil y un clima imprevisto y caprichoso. Al menos eso quisimos creer.

En el recuerdo quedaron los rebaños de ovejas y cabras bajando desde la Retuerta en el declinar de la tarde, entre balidos quejumbrosos y repicar de esquilas. Atrás quedaron los prados con su verde despertar y las avellanas madurando al amparo de las peñas del Fueyo. Y atrás quedaron también los abuelos tejiendo la mortaja hasta el fin de sus días.

¡Hay que joderse! Cómo cambian los tiempos dije yo, muchos, muchos años después cuando la pequeña Babilonia en la que vivo se quejaba de que aquellos que decidían sus destinos, le daban la espalda y protestaba reclamando  atenciones y dineros que nunca iban a llegar, porque la triste realidad era que los tiempos estaban cambiando de nuevo.

Nuevos aires están haciendo girar a la veleta. Y nosotros resignados, tejiendo la mortaja sin remedio.

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