DEMOCRACIA: Presente y futuro

Toluca, Mexico.

Vivir en comunidad es participar en comunidad, formar parte y tomar parte de esta. La participación comunitaria del individuo socializado es por tanto obligatoria e inevitable, participas en comunidad aún sin proponértelo, con lo que haces y con lo que no haces.

La democracia es una forma superior de gobierno, porque se basa en el respeto del hombre (ser humano) como ser racional.

John F. Kennedy, político norteamericano.

 

La participación democrática difiere de otras formas de participación comunitaria, porque el individuo reclama el derecho a decidir lo que su interés le motive sobre los asuntos del grupo, cosa solo aceptable en la medida que reconozca esta misma circunstancia para los demás. La participación se reclama por ejemplo en la definición de las reglas de convivencia y los mecanismos de solución de conflictos e imposición de resoluciones, la definición del rumbo de las acciones colectivas y la distribución de los productos de estas acciones entre los individuos de la comunidad, en otras palabras, las tareas de gobierno. La democracia es entonces la posibilidad de participación activa e igualitaria del individuo asociado a un grupo, en el gobierno del colectivo.

La democracia es el resultado natural del reconocimiento del otro como igual en dignidad y derechos, convirtiendo a todos y cada uno de los miembros de la comunidad sin distinciones, en derechohabiente para opinar y contribuir en la definición de los fines del grupo y de las reglas de convivencia para la vida en comunidad.

El poder en una democracia no se delega ni se otorga. El poder se comparte con el resto de los individuos de la comunidad y se ejerce permanentemente. Esto no significa que cada acto que afecte a o se realice en nombre de la comunidad deba estar consensuado, el pragmatismo exige cierto grado de autonomía a los responsables de una tarea o misión comunitaria, pero siempre sujeto a las reglas de acción y a los límites impuestos por la comunidad para tal efecto, así como a la rendición de cuentas sobre el ejercicio de las facultades conferidas. A estos límites y reglas de acción se les denomina instituciones democráticas y son trascendentes a los individuos que las instituyen, garantizando la vigencia del interés común frente a la individualidad. La democracia es pues institucional y en la medida que el entramado de reglas de acción, rendición de cuentas y toma de decisiones sea funcional, la democracia estará consolidada.

La democracia no es binaria, ningún arreglo puede definirse de totalmente antidemocrático y tampoco de lo contrario. Aún bajo el yugo dictatorial el pueblo se doblega o se rebela y por tanto, de cierto modo, decide. El grado de democracia es un contínuo en evolución que puede degradarse o progresar en el tiempo y que se adapta a la cambiante voluntad y diversidad de los integrantes de la comunidad. Una democracia será avanzada en la medida que los miembros de la comunidad sean civilizados y dominen el difícil arte de autolimitarse y trabajar en armonía con otros semejantes, en un ambiente de tolerancia, respeto, proactividad y responsabilidad compartida para las tareas comunes.

La democracia exige al individuo y al grupo, la democracia se aprende y se desarrolla. Luego entonces debemos educar para la democracia, practicar para la democracia y evolucionar para la democracia, institucionalizar la democracia y lograr la trascendencia de estas instituciones a través de las generaciones, la democracia es la ciencia de la convivencia entre iguales.

El enemigo de la democracia es el autoritarismo. El autoritarismo impone el criterio propio sobre los demás ya sea por la fuerza, por “razones” místicas o por el mérito. El autoritarismo cínico, cada vez más raro en un mundo globalizado, se impone por la fuerza sin mayor argumento. El autoritarismo místico prácticamente fue erradicado desde la ilustración y argumenta “razones” divinas, nobiliarias o raciales para adjudicarse el derecho a decidir por los demás. El autoritarismo de mayor vigencia es el meritocrático, ejercido por aquellos que se dicen poseedores de la verdad y el conocimiento, por su experiencia o reconocimiento, y usurpan el poder aduciendo la ignorancia de los demás sobre lo que estos mismos necesitan y conviene. Y es posible que el experto tenga la información y formación para desentrañar los misterios de la realidad con mayor claridad que la mayoría, pero esto sólo le potencia para convencer a sus semejantes, no para decidir por ellos. Así el camino de la evolución positiva será el compartir el conocimiento, en vez de la peligrosa autocracia de quien no rinde cuentas porque “nadie más las entendería”.

A la complejidad de la sociedad moderna y sus problemas, se le puede enfrentar con multiplicidad de instituciones agrupadas por especialidad y abiertas a la participación, pues la fragilidad del criterio único se supera con la convocatoria y la complejidad de las particularidades se enfrenta con la especialización del grupo convocado. Luego entonces la comunidad moderna requiere de una enorme red de participación, formada por nodos de interés (tema de discusión), preferiblemente institucionalizado en organizaciones de participación por especialidades,  conectando entre sí grupos y personas de la misma forma compleja en que la realidad se interrelaciona, con una escasa jerarquización basada en el grado de conocimiento científico sobre el tema de discusión.

¿Utópico? De ninguna manera, es tan posible como indispensable y es, en mi opinión, el gran reto de la humanidad para la supervivencia en el siglo XXI, pues la sustentabilidad humana es igualmente dependiente de lo económico, que de lo ambiental, que de lo social; y cómo enfrentar las dos primeras depende de esto último.

¡Democracia o extinción!

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