ECUMENÓPOLIS: desigualdad y ciudades

Talavera de la Reina, Toledo-España.

Desde tiempos inmemoriales los humanos, como seres sociales que somos, nos hemos ido agrupando en núcleos de población; menores, como aldeas, burgos o villas o con atribuciones políticas, económicas y administrativas como son las ciudades.

Tanto en la antigüedad como en la Edad Media e incluso en el Renacimiento, las ciudades mantienen una estructura más bien estática, es decir: un desarrollo lento y sostenible, tanto urbanístico como demográfico. Pero este estado de cosas que se ha mantenido estable durante muchos siglos cambia de manera radical con la llegada de la mecanización que trae consigo la revolución industrial y casi podríamos decir que de un día para otro.

La mecanización del campo deja en la calle a multitud de trabajadores agrarios que ante la falta de expectativas se trasladan a la capital; (comienza así de manera más o menos larvada, la despoblación del mundo rural que hemos ido viendo a lo largo del siglo XX) una parte de esta avalancha de desocupados es absorbida por las ciudades  donde se empiezan a instalar industrias de todo tipo. La ciudad se vuelve entonces más dinámica y empieza a extenderse de manera más rápida y progresiva, hay que procurar vivienda a los nuevos habitantes.

Pero esta expansión no siempre va a estar planificada ya que gran parte de ese contingente de desheredados que no encuentra trabajo, tampoco tiene posibilidad de acceder a una vivienda; se crean así alrededor de las ciudades, en los extrarradios, grandes núcleos de chabolas que en la mayoría de los casos carecen de todo tipo de servicios.

Pero de una manera o de otra el expansionismo ya es imparable y con todas sus fortunas y miserias la ciudad se ha ido convirtiendo en la gran urbe y la gran urbe en la megalópolis sin llegar a resolver nunca sus flagrantes contradicciones como por ejemplo la brecha cada vez más grande entre ricos y pobres.

Y no es ésta una cuestión retórica ni baladí porque afecta de una manera directa a las relaciones de los individuos en la futura aldea global hacia la cual nos encaminamos, es decir, la “ecumenópolis” por usar el término que acuñó ya en el siglo pasado Constantino Doxiadis. Y digo que no es retórica porque nos lleva al odio y al enfrentamiento; los ricos evitando el contacto con los pobres (creando sus propios guetos residenciales fuera de la ciudad) y los pobres acumulando resentimiento al darse cuenta de que pobreza y falta de cultura los mantiene en un círculo vicioso.

De camino a la “Ecumenópolis” deberíamos tener el coraje y la inventiva para poder revertir esta situación antes de que nos explote en las manos.

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