El Conocimiento Moral y el Fetiche Presidencial

Toluca, Mexico.

Dice o decía el viejo adagio que Conocimiento es Poder en el entendido de que a mayor conocimiento sobre algún determinado tema o reto, se contará con más opciones y mejores maneras de enfrentar dicha situación por desafiante que esta sea. A este respecto, destaca y preocupa la de declaración del Presidente Andrés Manuel López Obrador en cuanto a que “los que más daño le han hecho al país son los que supuestamente tienen más conocimiento”.

El argumento por sí mismo es contradictorio y un terrible fetiche, dado que su gabinete está conformado por profesionistas con grados académicos donde el piso mínimo son las maestrías y en muchos casos los doctorados en distintas áreas de especialización. Casi todos en universidades extranjeras hay que decirlo, ya sea europeas, en el Reino Unido o en Norteamérica. De hecho, el propio núcleo intelectual duro de la 4ª Transformación detenta al menos un posgrado y en muchos de los casos, los referentes académicos e ideológicos vienen por igual del extranjero salvo que Argentina, Bolivia, Cuba, España, Italia, Venezuela o el País Vasco se hayan integrado a la geografía nacional y no lo hayamos notado.

En este sentido, el Presidente debiera sentirse seguro de que la cantera es por demás fuerte y nutrida con las y los mejores talentos, inclusive auspiciados bajo su flamígero juicio moral lo cual brinda una patente de Conocimiento Moral. Más bien, lo que el Presidente quiere decir es que hay un tipo de conocimiento y destreza, o bien personas en concreto, a quienes desprecia profundamente y atribuye los grandes males de la nación. Inclusive, en el citado comentario se hace una alusión equivocada a la célebre obra El Padrino de Mario Puzo aludiendo a la formación educativa en el extranjero como un sine qua non de maldad inducida a partir de la adquisición de conocimientos y habilidades. Algunos inclusive perciben en esos enigmáticos calificativos una suerte de amenaza a por lo menos dos de sus predecesores.

En fin, lo que aquí nos atañe es el conocimiento y su aplicación más allá de cualquier calificativo moral.  En este marco, analizando el conocimiento y sus resultados vale la pena analizar dos áreas particulares: el manejo de la crisis sanitaria y la estrategia de recuperación económica ante una recesión que apuntala a contabilizarse en dos dígitos. Por el lado sanitario, el conocimiento del encargado de la crisis sanitaria deja mucho que desear, dado que su negligencia y protagonismo, así como la complacencia con el Titular del Ejecutivo y su agenda política-mediática, han logrado como resultado el poco honroso 4º lugar de muertes a nivel mundial y en crecimiento. Por el frente económico, la cerrazón a tomar medidas de carácter contra cíclico, no obstante el innegable talento de los encargados de las finanzas públicas, que en este momento requieren de acciones audaces y rectificación de prioridades, están dando como resultado un ajuste sistemático a la baja en los pronósticos de la recesión que ya alcanzan los dos dígitos en el territorio de los números rojos.

Tomando estos dos ejemplos, ni se tiene controlado el tema médico, ni se tiene un camino de salida a la crisis económica que apenas se comienza a dejar sentir.

Conocimiento significaría el aseguramiento de un determinando número de dosis en cuanto se tenga un reactivo probado en beneficio de los ciudadanos para garantizar la inmunidad y la prevención del contagio.

Conocimiento significaría posponer al menos dos de las cuatro obras faraónicas que serán el legado de la 4T, es decir, el Corredor Transístmico y por supuesto la Refinería de Dos Bocas. No es que las otras dos sean del todo buenas, sino que ya están en curso.

Con cierto conocimiento es claro que alguna derrama económica se está generando. De hecho, con cierto conocimiento de lo que pasa en el mundo, si el Gobierno hiciera lo anterior estaría en una mejor calificación de la deuda soberana del país accediendo a líneas de crédito globales que permitieran inyectarle a la economía formal algo más que transferencias de efectivo a una base social electoral.

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