El jefe debería de aprender a jugar ajedrez

Monterrey, Mexico.

Llega la junta del lunes en la mañana y todos están estresados. El fin de semana ocurrieron cosas inesperadas y algunas son malas noticias. Por otro lado, en el plan de trabajo del año, no se había contemplado un giro tan fuerte en las circunstancias. El equipo empresarial voltea ver al líder. Este enfrenta una difícil presión, ya que tendrá que explicarle al consejo de accionistas su respuesta. La posición lo coloca entre la espada y la pared. ¿Como solucionar, con tan pocos recursos, esta problemática? Camino a la oficina el CEO se pregunta dónde quedó aquel libro llamado “El jefe debería de aprender a jugar ajedrez”.

El proceso de toma de decisiones se divide en dos: análisis e innovación. Ante un problema lo primero que hay que hacer es analizarlo. Utilizar el hemisferio izquierdo del cerebro para calcular, de la manera más fría posible, la causa y la tendencia del evento. Ante el diagnóstico se aplica la creatividad y la innovación. Las ideas empiezan a llegar para crear una estructura de como salir del caos. Casi siempre los recursos son limitados y por ello hay que buscar la maximización de estos. La respuesta se convierte en innovación en el momento en el que se materializa. El plan se pone en marcha.

El libro “El jefe debería de aprender a jugar ajedrez” tal vez lo escriba un día de estos. Pero por ahora el mejor entrenamiento que conozco para forjar carácter y tomar decisiones es el ajedrez. En mi podcast “Mundo Generacional” varios episodios se los he dedicado al libro “El Arte de la Guerra”. Y lo que todos los autores dicen casi siempre se resume a lo mismo: Las circunstancias debes de utilizarlas a tu favor, tus recursos de manera óptima colocándolos donde su poder de fuego sea mayor y que tus movimientos frustren los planes del adversario. La mejor forma de aplicar estos principios está frente al tablero.

Si el mánager del proyecto no tiene capacidad de análisis, se congela al tomar decisiones y ante situaciones críticas se quiebra entonces no sirve. No importan los títulos universitarios si no se tiene la capacidad de liderar a las tropas en el combate y llevarlas al éxito. Me viene a la mente la Batalla del Puente de Arcole en la cual Napoleón Bonaparte, inspirando al ejército a su mando y con una estratagema para engañar a Józef Alvinczi, obliga a las fuerzas austriacas a retirarse. Esta victoria permitió que el futuro emperador de Francia se ganara la confianza de la tropa. ¿Tú ya te ganaste a tu equipo de trabajo?  

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