El Fin de la Historia

Monterrey, Mexico.

En 1990 sonaba la canción de Scorpions titulada “Wind of Change”. La letra estaba llena de optimismo en el futuro y una generación entera (La “X”) veía el futuro de forma entusiasta. Parecía que había llegado el fin de la historia: Capitalismo, libertad y democracia. El ritmo melancólico de la música nos llevaba a un mundo de gloria en el cual los niños (Millennials) podían soñar y compartir. El hombre estaba muy cerca de construir un orden en el que todos íbamos a ser hermanos. Aquellos horribles momentos, producidos por la tiranía soviética, habían quedado atrás.

Francis Fukuyama también hablaba del fin de la historia. En el mundo solo quedaba una potencia y por fin se iba a lograr el sueño de la aldea global. En las salas de TV de todo el planeta vimos como en Tiananmen (China 1989) un ciudadano se había parado delante de un tanque y este se rehusó a pasar por encima de él. El individuo reclamaba su posición frente al institucionalismo. Las escenas del Muro de Berlín siendo derribado y de los alemanes dándose la mano a ambos lados de aquella aberración tiránica comunista. Esos hechos detonaron un optimismo histórico. Así fue la década de los noventa.  

El fin de la historia nunca llegó y la naturaleza humana siguió haciendo de las suyas. La década de la aldea global y la globalización terminó el 11 de septiembre de 2001. Las fronteras se volvieron inseguras y el terrorismo se encargó de recordarnos lo frágil que puede ser la vida. Los siguientes 20 años fueron marcados por guerras regionales en donde la sociedad cada día repudia más a la democracia y buscan líderes fuertes que les solucionaran sus problemas de manera inmediata. Esta forma de pensar es un caldo de cultivo para populistas y dictadores.

Los sueños de libertad y prosperidad de la generación “X” (México 1960 a 1982) y de los Millennials (México 1983 a 2005) se vieron frustrados. Aquella esperanza de que nunca más habría que preocuparse por una guerra de grandes proporciones parece desvanecerse. Aquel mundo de 1990, tan prometedor para la paz mundial, es solo un recuerdo. Hoy los nacionalismos vuelven a surgir. El orden internacional dejó de ser unipolar y se convirtió en multipolar. Ahora, las nuevas potencias aspiran a ser los líderes del siglo XXI. Esta década pinta para ser la que va a definir, de manera dolorosa, un nuevo orden global.

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