La paloma: ser urbano

CDMX, Mexico.

En el último trimestre de la carrera de urbanismo debí tomar una materia electiva u optativa para poder concluir con el total de créditos requeridos para la graduación. La materia en cuestión era “ecología urbana”. La evaluación del curso dependía mayormente de la elaboración de un trabajo que explicara la cotidianidad de la ciudad desde la perspectiva de cada uno de los estudiantes, los cuales – a excepción mía – no tenían noción teórica de la ciudad.

De todos los trabajos presentados, el que más me impresionó por la imagen que simbolizaba mi idea de lo urbano desde mi infancia, fue el de la paloma como la especie animal más representativa de la ciudad.

La paloma es sin lugar a duda, luego del ser humano, el ser urbano por excelencia. Se asienta en las áreas centrales, en los cascos históricos, en las plazas, en los espacios públicos, en los edificios administrativos, en los monumentos, en todo aquello que representa centralidad y aglomeración urbana. Su relación con los humanos data de más de 5,000 años.

En la antigüedad eran animales adorados y fueron domesticados para su consumo, como mensajeras o mascotas, hasta incluso con fines militares. Sin embargo, recientemente han sido catalogadas de animales insalubres e invasivos, que generan daños a la salud humana e irónicamente a los lugares donde se asientan, con daños a los patrimonios urbanos, hasta el punto de denominarlas “ratas con alas”.

La legislación en algunos países ha llegado a permitir el exterminio masivo de estos animales que, al considerarlos nocivos para la actividad humana, buscan regular o “controlar” sus poblaciones, tal como ha sucedido en Chile y en Cataluña (España). Precisamente, en Barcelona durante el confinamiento se presentaron importantes casos de muertes masivas de palomas, que se infiere fue por envenenamiento.

Desde pequeño siempre ha sido mi referente de espacio público. Todo esto me vino a la mente, luego de desplazarme a un área comercial en un espacio abierto entre edificaciones residenciales que funciona como plaza del área, donde vi correr a un niño detrás de la única paloma en el sitio. Fue la primera paloma que he visto desde del inició de la pandemia. Me di cuenta que llevaba 8 meses sin contacto de lo urbano, de un verdadero espacio público, sin ver a un ser urbano.

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