Siete deseos urbanos de fin de año

Lima, Perú.

Como cada año, con la llegada del calor a Lima –así como en el pasado con los cielos azules y la brisa fresca a Caracas o el frío y la caída de las hojas en Nueva York – entramos en la recta final de un año singular, y como acostumbramos desde niños, comenzamos a pensar en los deseos para el año por venir.

Aquí va nuestra particular lista de deseos para las ciudades, la obra humana por naturaleza, y en especial, para las ciudades latinoamericanas, que a sus usuales problemas, se les han sumado en este año tan particular no pocos retos adicionales.

  1. Que encontremos los mecanismos para que en un mundo con menos movilidad y más actividades en remoto el transporte urbano de calidad aún pueda ser viable y posible, en una región a la que, en no pocos países y ciudades, nunca terminó de llegar un servicio de transporte seguro, cómodo, predecible y confiable.
  2. Que las nuevas tecnologías permitan saldar una deuda histórica y el acceso remoto a servicios fundamentales facilite el que la educación y la salud tengan una cobertura universal, acerque a ciudadanos y autoridades y brinde transparencia a la gestión pública.
  3. Que las lecciones aprendidas de esta pandemia nos permitan recordar la importancia de los espacios públicos en las ciudades, como centro de la vida urbana y no como simple adorno o desahogo de las otras actividades.
  4. Que podamos sustituir las energías tradicionales por energías limpias, renovables, mientras un consumo racional y el reciclaje de mucho de lo que usamos disminuya nuestro impacto sobre el medio ambiente.
  5. Que podamos conservar la memoria, para no olvidar lo aprendido este año, y para preservar para futuras generaciones el legado de nuestras sociedades, el patrimonio de sociedades que se expresan en forma de edificios, espacios públicos, obras de arte, tradiciones.
  6. Que podamos adaptarnos a los nuevos requerimientos del mundo postindustrial, para generar la prosperidad necesaria para que los habitantes de nuestras ciudades puedan cubrir sus necesidades básicas.
  7. Que rescatemos el valor de la planificación urbana, como instrumento guía para la gestión de nuestras ciudades y como herramienta para conseguir el pacto social necesario para la gobernabilidad, la prosperidad, la paz y la justicia.
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